La negra cronología reciente de la siniestralidad en carretera
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25/11/2021Se sabe que el factor humano es la causa principal de la mayor parte de los accidentes de tráfico. ¿Tendría que ver algo la escasa percepción del riesgo que asumimos cuando nos subimos a un vehículo?
Hemos tocado anteriormente cuestiones relacionadas con las emociones al volante, las consecuencias psicológicas de los atascos y las estrategias para mejorar la atención en la carretera. Pero, ¿qué pasa con los riesgos al conducir? La psicología aplicada a la conducción tiene mucho que decir al respecto. Partamos del pensamiento de Luis Montoro (catedrático de Seguridad Vial, Universidad de Valencia), cuando señala que “la conducción implica un gran número de actividades complejas que conllevan un importante grado de riesgo objetivo”.
Suena fuerte y, pese a ello, cada día comenzamos nuestra jornada a bordo de una grúa de auxilio en carretera, o de una furgoneta, o de un vehículo para trasladar pasajeros (taxis, VTC o vehículo de transporte con conductor), haciendo nuestro trabajo lo mejor que sabemos y asumiendo riesgos de manera inevitable.
Por eso es tan crucial la palabra “valoración” a la hora de referirnos a los riesgos. Valorar el riesgo de determinada maniobra o situación, con la mayor racionalidad posible, puede evitarnos momentos delicados. Catastróficos, incluso.
¿Cuáles serían los tipos de riesgo?
Los expertos de la Dirección General de Tráfico (DGT) hablan de la siguiente clasificación:
- Riesgo objetivo, o aquel que existe realmente en determinada situación de tráfico.
- Riesgo subjetivo, o aquel que el conductor percibe que existe en un momento determinado.
- Riesgo aceptado, o aquel que cada persona considera que quiere asumir, y que será variable, en función la personalidad del individuo, las condiciones de la vía y el vehículo.
Un aumento de la percepción del riesgo -subjetivo- puede darse si somos testigos de un accidente de tráfico, viendo frente a frente sus consecuencias letales, trágicas. Igualmente con la vivencia directa, cuando sabemos de un caso próximo a nosotros. La clave está en el encaje del riesgo subjetivo al riesgo objetivo existente, lo que se traduce en una conducta prudente al volante.
La inexperiencia juvenil, por ejemplo, sería un factor de riesgo en sí mismo; y es que la percepción baja de riesgo está directamente relacionada con la poca experiencia.
Teorías sobre el riesgo
Teoría de la compensación del riesgo
La teoría de la compensación del riesgo o teoría Homeostática del riesgo, enunciada por Gerald Wilde en 1988, dice que los conductores eligen por su percepción del riesgo y por el nivel de riesgo que están dispuestos a aceptar. Un vehículo en buenas condiciones, así como una vía, harán que nuestra conducción sea más arriesgada. Sin embargo, la evaluación correcta de los riesgos solo puede provenir de una conciencia con respecto a la accidentalidad y siniestralidad y sus consecuencias. Wilde señala que los conductores deben ser estimulados para que acepten niveles más bajos de riesgo.
Teoría del riesgo cero
La teoría del riesgo cero, de Näätänen y Summala (1976), afirma que los individuos no están dispuestos de aceptar ningún riesgo al volante. El aprendizaje les ha dotado de una seguridad, diríamos que falsa, que evita la percepción del peligro. No se trataría de atracción por el riesgo o lo prohibido, como ocurre con conductores irracionales. Llegar puntuales a un sitio sería un elemento excitatorio, indican los expertos. Para esta teoría, eliminar la siniestralidad pasaría, además de por un comportamiento en la conducción adecuado -combatiendo la cultura de la velocidad-, por un aumento de la predictibilidad de los eventos, así como por la ausencia de variabilidad en el tráfico.
Teoría de amenaza-evitación
La teoría de amenaza-evitación, de Ray Fuller, defiende que el conductor debe asociar los peligros con los estímulos significativos (señalética), para anticipar y percibir el nivel de riesgo, actuando en consecuencia. Según esta teoría, estaríamos constantemente evitando peligros, reales o potenciales. A mayor respuesta anticipatoria, menor peligro, y viceversa.
Modelo jerárquico de Van der Molen y Botticher
Finalmente, el modelo jerárquico de Van der Molen y Botticher asumiría que los conductores decidimos aquella alternativa con mayor utilidad, subjetivamente hablando. Aquí influye nuestro aprendizaje previo, la motivación mientras estamos al volante, y la expectativa. Se trata de un modelo que defiende las acciones prudentes, en detrimento de las opciones que implican mayor riesgo.