Aunque a estas alturas del año podríamos incurrir en el día de la marmota, lo cierto es que, al final de las vacaciones, el síndrome post-vacacional reaparece en los medios. Y en un año tan atípico como este que estamos viviendo, conducir con ansiedad es algo que debe preocuparnos. En especial en nuestro sector, puesto que hablamos de gente que vive prácticamente en la carretera.
Operadores de auxilio en carretera cuyo día a día consiste en realizar traslados de vehículos, cuando no auxiliar a coches averiados, atender accidentes de mayor o menor gravedad, o realizar rescates espectaculares donde el volumen del vehículo, o sus circunstancias, entrañan un peligro especial. Algunas jornadas son especialmente duras -los niveles de exigencia, altos-, de modo que hay que estar al 100 %.
El síndrome post-vacacional puede provocar que conduzcamos con ansiedad.
Es necesario indicar que, como tal, el síndrome post-vacacional no es una enfermedad. Al menos en clasificaciones internacionales de enfermedades como la CIE-10 (hemos consultado la edición de 2018). El doctor Antonio Cano Vindel, presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS), lo denomina, por ejemplo, estrés post-vacacional.
Pero en el momento en que este estado, transitorio, afecta a nuestra vida cotidiana, hemos de tenerlo en cuenta y actuar en consecuencia. Se trata de un malestar que hay que encarar con tranquilidad.
Decaimiento, hastío, fatiga, estrés, ansiedad… son algunos de los síntomas que aparecen con frecuencia. Física y psicológicamente podemos sentirnos mal, lo que se traduce en problemas para concentrarnos o en dificultades para dormir. Esto afectará a a la conducción.
Conducir es una actividad que exige mucha atención. Durante el auxilio en carretera se conduce mucho (¡qué os vamos a contar!). Desde campos como la psicología se recomienda tomar precauciones, antes de la incorporación al tajo: