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07/10/2021Ahí va un dato: los conductores que se dejan llevar por el malestar ante las retenciones tienen un 30 % más de posibilidades de sufrir un alcance o accidente. ¿Que si importan las emociones a la hora de conducir? ¡Muchísimo!
La conexión entre la conducción y la emoción se plasma, y de qué manera, en los mensajes publicitarios. No hay más que ver eslóganes famosos como el de SEAT (“Autoemoción”) o Peugeot (“Motion & e-Motion”), además de campañas como la de Volkswagen, que en 2018 apelaba precisamente a lo emocionante que era todavía conducir un Volkswagen Golf, modelo icónico de la marca.
En este sentido, el marketing hace su trabajo, si bien en el día a día, cuando conducimos, debemos ser conscientes de que, por muy emocionante que sea conducir -que lo es-, las emociones han de mantenerse a raya. Tanto si estamos de buen humor como enfadados, o nos sentimos melancólicos u eufóricos, no podemos olvidar que conducir implica una gran responsabilidad.
La toma de decisiones a la hora de realizar una maniobra -adelantar, aparcar, incorporarse a la autovía- requiere prestar atención al volante: tiene que ser racional, no emocional. Como dicen los especialistas en psicología de la conducción: cuanto más inteligente sea la conducción, más seguridad habrá. Se equipara racionalidad con inteligencia, aunque la inteligencia emocional es clave, igualmente, para manejar las emociones. Como veremos.
Emociones negativas vs emociones positivas
Y es que las emociones pueden ser, a grandes rasgos, positivas, negativas o neutras, primarias (en respuesta a un estímulo) o secundarias (causadas por normas sociales y morales). Ira, miedo, felicidad, amor, sorpresa, desagrado, tristeza… poseen correlatos fisiológicos, y están relacionadas con nuestras experiencias, el contexto en el que vivimos. Estamos confeccionados de emociones.
El miedo, por ejemplo, no tiene por qué repercutir negativamente, si se trata de conducir con prudencia y responsabilidad. Por el contrario, la tristeza y la negatividad son caldo de cultivo de tensiones innecesarias. Y evitables.
Autores como Daniel Goleman realizan, en su libro “Inteligencia Emocional” (Kairos, 1997) una interesante aportación a la psicología aplicada a la conducción. Uno de los riesgos al conducir es dejarse arrastrar por las emociones negativas. Goleman antepone dos actitudes muy distintas:
- Si alguien se acerca demasiado a nuestro vehículo, llegando a crearnos una situación de peligro, suscitará en general un sentimiento de ira, de venganza incluso. Son tristemente célebres las peleas en el asfalto, o en la ciudad (que además terminan en accidente o lesiones entre conductores).
- Ante la misma situación, esforzarse en pensar que quizás el otro conductor no nos haya visto, o que se encuentre en una situación urgencia, puede hacer que el enfado baje rápidamente de intensidad y se evite una situación de rabia que en nada beneficia a nadie.
Técnicas para controlar las emociones
Autoconocimiento y autocontrol van de la mano a la hora de gestionar nuestras emociones de manera inteligente. Entre las técnicas para controlar las emociones las hay de orden fisiológico, además de cognitivo. Pongamos como ejemplo el miedo:
- Podemos recurrir a técnicas fisiológicas tales como el control de la respiración, la relajación muscular progresiva, la meditación consciente (o mindfulness) o el ejercicio físico, aunque sea moderado.
- En cuanto a las técnicas cognitivas están la distracción (escuchando música, si estamos en ruta), la parada de pensamiento o el ensayo mental (visualizando una situación temida para vivirla, mentalmente, de manera normal o exitosa).